Yo creo que no es cacao, en realidad. Es que este tipo de situaciones tan extremas ayudan a desvelar en toda su extensión la escala de valores de ciertas personas/colectivos, lo cual es muy interesante cuando hablamos de entes elegibles.
En otro hilo se hablaba (muy de refilón) de la traición. La traición no es algo que se haga por maldad sino por orden de prioridades. Ahora ya sabemos (antes sólo intuíamos) que esta gente pone el discurso político (su discurso político) por encima de cualquier otra cosa, por ejemplo del pueblo (su pueblo). Desde luego, sus futuros electores ya no podrán sentirse traicionados bajo ninguna circunstancia. Les han arrebatado ese derecho, entre otras cosas.