No se lo niego. En mi caso, no me guío por la noción de elegancia (que no acabo de determinar en el campo de la vestimenta), sino por la de decoro. Tengo ropa con la que sin duda voy elegantísimo y, además, quedo muy apuesto, pero con la que no me atrevo a salir por la calle y que solo uso en situaciones muy determinadas.
El traje con kilt, pese a sus virtudes estéticas, tiene un uso muy restringido (ahí interviene el decoro), como el chaqué, el frac, el esmoquin o los trajes regionales de los que hemos hablado. Fuera de su ámbito convencional se convierten en disfraces ---y eso, siendo generosos.