Me ha parecido una respuesta de lo más interesante más que nada por la visión que siempre he tenido del aislacionismo.
Por darle más chicha a la cosa, aquí va, mi visión de escéptico contextualizador: Siempre he pensado que el aislacionismo no existe. Nada es bonito en si mismo, sino que es considerado como tal en función de nuestras influencias, gustos y el criterio estético que podamos tener, y entiendo por lo tanto, que aunque no haya un conocimiento profundo de algo, esto se enmarca en un contexto.
Por poner un ejemplo práctico, el Art Nouveau puede ser bonito, pero no tiene especial valor más allá de ser un cambio en el lenguaje estético, si no entiendes el cambio que provocó en la arquitectura de Bruselas que Victor Horta decidiese poner una puerta en el medio y estructurar las estancias alrededor de una escalera bastante diáfana y luminosa. Quizá es mi percepción de arqueólogo que me hace poner todo en contexto, pero creo que el arte como tal apenas tiene valor sin un contexto, que le da significado, siendo esto lo que lo hace verdaderamente importante. Cosas bonitas hay en todas partes. Y probablemente sin ese significado, contexto e importancia, no habría manera de diferenciar qué es arte y lo que no -aunque aquí entramos en un berenjenal mucho más gordo-.
A mi me encanta el diseño. Pero creo que la clave, por ejemplo, de la Bauhaus no es solo la estética, sino por qué apareció y a que llevó. Sin contexto no sabemos de donde venimos, donde estamos y a donde vamos. El Jaguar tipo E no sería un coche bonito si no respondiese a unas proporciones y líneas determinadas que funcionan, según nuestro criterio, armoniosamente, ya que ese criterio es fruto de un contexto.