Pues era yo un joven melenudo y con piercings que estudiaba en Coimbra cuando me llamaron para hacer una entrevista en Barcelona.
Y a Barcelona que llegué, con mi traje a medida, mis zapatos bien pulidos y... sin maquinilla de afeitar, lo que sólo descubrí cuando me levanté una hora antes de la reunión y sin posibilidad de conseguir una. Para más inri, llevaba tanto tiempo sin tocar los piercings que no me los pude quitar.
Me planté en la entrevista con melena, con barba de una semana y con piercings.
Como me dijo uno de mis socios años más tarde: algo vimos en ti, ¡porque menudas pintas llevabas!