En estos momentos se ha avanzado bastante en los sistemas de formalización de la morfosintaxis y la fonología. La semántica se resiste, pero hay progresos importantes. El estudio del habla es mucho más complicado. Por decirlo así, los enunciados se nos deshacen entre las manos. Aquí tiene una transcripción tomada del corpus Val.Es.Co, uno de los bancos de datos de referencia para el estudio del habla coloquial en español. Podemos trabajar con enunciados breves, pero desarrollar un modelo formalizado basado en algoritmos es muy complicado. Los sistemas de inteligencia artificial o de traducción asistida apenas incorporan reglas de composición sintáctica. Operan a niveles más básicos, basados en procedimientos de analogía, copia, permutación, etc. Seguramente la mente humana procede de una manera parecida, aunque por senderos muy distintos. (Y hasta aquí llego en estas cuestiones. Un ingeniero en informática o telecomunicaciones podrá ser más concreto y veraz).
Solo añadiría una matización: los modelos, además de reproducir un fenómeno, sirven sobre todo para entenderlo, para hacernos una idea. Y tienen un uso meramente instrumental. Cuando encontramos un modelo mejor, desechamos el anterior. Por eso la lingüística del siglo XIX, pese a sus meritorios esfuerzos, hoy nos sirve de muy poco.