Siempre fui muy reticente al whisky porque de críos, cuando empezábamos a tomar copas, los que bebían whisky tomaban DYC, J&B y similares, que me daban arcadas literalmente. En mi estancia en Inglaterra con 19 me invitaron a una degustación de licores y whiskies del Reino Unido y no os quiero contar lo mal que lo pasé; no recuerdo nada. Hace años, por variar del Gintonic de Sapphire que me tenía un poco aburrido, empecé con el Jack con hielo.

Este verano me he confirmado como aficionado al whisky, de acampada en una calita de Alicante, y gracias a una botella de la que me enamoró su sabor ahumado. No sabía qué estaba tomando porque no había luz ni para ver la etiqueta. Y, ¡vaya! veo que a muchos nos pasó algo parecido; era un Lagavulin 16...

Ahora en casa tengo Jack, Black Label, Double Black Label y por supuesto Lagavulin. Pero el otro día me llevé de casa de mi padre una botella de algo que me sorprendió gratamente también y no es whisky: brandy Lepanto Solera Gran Reserva y oye, es otro tema a descubrir. Yo que creía que el brandy era de carcas, pues ¡vaya saborazo! ¿Me estaré haciendo yo también un carca?