Grooming

Afeitado clásico: Moderno ritual

La aproximación

Se pueden cometer varios errores a la hora de asomarse por primera vez al afeitado clásico. Unos por exceso y otros por defecto.

Hay quien piensa que se trata de una práctica desfasada cuyos resultados, superados por las modernas maquinillas desechables, se toleran en aras de una “experiencia vintage“. Otros, por contra, dan por sentado que es la única forma de obtener un rasurado perfecto… a costa de poner en riesgo su integridad física; una suerte de fugu en versión cosmética. Los hay también que, considerándolo una manera de ahorrar dinero, no dudan de que se está hablando de una técnica engorrosa de resultado cuando menos incierto.

Es normal. No por erradas carecen de justificación dichas impresiones, como veremos más adelante. Sí cabría destacar que pocos de los no iniciados introducen la salud de la piel en la lista de variables a tener en cuenta. Sin embargo, ahí radica la principal diferencia; desde un punto de vista cualitativo, al menos. El verdadero valor añadido del afeitado clásico.

Preámbulo

Deberíamos enunciar ya en qué consiste el afeitado clásico. El afeitado clásico es una variedad del afeitado mecánico, contrapuesto al eléctrico, que engloba una serie de características y elementos pero, ante todo, se distingue por el uso de una cuchilla metálica totalmente independiente que se puede intercambiar con sólo abrir el cabezal. Incluso se podría afilar, si así se deseara; aunque el escaso coste de una nueva hace que simplemente se reemplace por otra.

Luego hay otros elementos, prácticamente indispensables en el afeitado clásico, que se pueden usar también con maquinillas modernas de cabezal desechable sin que por ello se pueda hablar de afeitado clásico propiamente dicho. Tal es el caso del jabón en pastilla, aunque también lo hay en formato de crema, y la brocha asociada. Así, diríamos que quien da carta de naturaleza al tipo de afeitado objeto de este artículo es la cuchilla. Sólo ella.

Otras alternativas

Puede que a estas alturas haya quien esté pensando que nos estamos dejando la navaja en el tintero. Bien. Aún tratándose de una modalidad de afeitado, no ya clásico sino bastante más antiguo que cualquiera que implique el uso de una cuchilla, se trata de una técnica que ocupa su propio lugar en el mundillo. El afeitado a navaja no es ni clásico ni moderno. Es… Afeitado a navaja. Merecería un capítulo aparte. Por mucho que comparta accesorios con el afeitado clásico, estamos una vez más ante un actor principal que da nombre a su propia disciplina.

Entrando en materia: Realidades del afeitado clásico

Volviendo al tema que nos ocupa, me gustaría centrarme ahora en las características inherentes al afeitado clásico como tal.

Haciendo un ejercicio de objetividad, podemos afirmar sin temor a equivocarnos que no es para todo el mundo; aunque sí es la opción ideal para muchos hombres que todavía no lo han descubierto.

Empezaremos diciendo que, de entrada, estamos ante un tipo de afeitado efectivamente más engorroso que el moderno de cabezales desechables. Se tarda más tiempo en afeitarse; al menos si se pretende alcanzar el mismo nivel de acabado. Si el tiempo es un problema, el afeitado clásico también lo será. Eso es así. Si no es el caso, podríamos aventurarnos a garantizar que el afeitado clásico es la opción más recomendable.

En cuanto a ese resultado final, prácticamente se consigue el mismo con un método que con otro. ¿Prácticamente? La realidad es que, aunque en la práctica inapreciable, el afeitado con cabezal moderno desechable corta el pelo desde más abajo que la cuchilla clásica. Demasiado, esa es la cuestión. Eso es así debido a su particular concepción, ya que el objetivo que se persigue con las múltiples hojas no es tanto rasurar varias veces con la misma pasada sino que unas tiren del pelo sin cortarlo, como queriendo arrancarlo, mientras otras lo atacan lo más abajo posible.

Con eso se consigue un apurado rápido y efectivo, lo cual en principio es positivo, pero ahí nos topamos también con el principal mal que ese tipo de maquinilla es capaz de infligir a nuestra piel.

Una explicación mecánica

El problema está en que, al tirar del pelo, muchas veces se corta por una parte que hasta entonces se encontraba situada bajo la capa más superficial de piel, por lo que luego se retrae y el borde cortado no queda al ras de ésta sino bajo ella. Eso provoca que, al crecer, éste en ocasiones no consiga atravesar la epidermis por sí mismo y se enquiste bajo ella formando esos molestos y antiestéticos granitos, a veces infectados, tan típicos hoy en día. Es algo que, además, se agrava al ir perdiendo capacidad de corte las cuchillas del cabezal, que pasan a tirar cada vez más en lugar de cortar rápida y eficazmente. Y dado que, como consecuencia del elevado precio de los repuestos, se tiende a estirar mucho su vida útil…

Afeitado moderno: Cabezal multihojas
Afeitado moderno: Detalle cabezal multihojas

En el afeitado clásico, por contra, la cuchilla procura un único filo cuya misión consiste en cortar el pelo tan pronto se encuentra con él, a la altura que sea. Por eso suelen ser necesarias varias pasadas para que finalmente quede el último corte de cada uno de ellos a ras de piel, lo que constituiría un rasurado perfecto. Y por eso también es muy importante que la cuchilla esté lo más afilada posible. Contrariamente a lo que podríamos considerar la creencia generalizada, cuanto más delicada es la piel más afilada deberá estar la cuchilla. Sin duda será así más fácil hacerse pequeños cortes, pero la cuchilla segará el pelo sin tirar de él en ningún momento. Conviene tener muy presente que lo que de verdad agrede la piel es la tracción y no esos puntitos rojos que tanto alarman al usuario novel. Si tales micro-cortes son numerosos, lo recomendable es afeitarse justo antes de la ducha. De esa manera la piel se limpia y regenera luciendo saludable y libre de marcas. Al salir se aplica la loción o bálsamo correspondiente y el resultado no podrá ser más satisfactorio.

Afeitado clásico: Cabezal de peine cerrado
Afeitado clásico: Cabezal de peine abierto

Conclusión

No era mi intención extenderme demasiado, por no aburrir con mil y un detalles,  apreciaciones personales y descripciones de parafernalia; no en este punto, al menos. Pero es importante entender cuál es el verdadero beneficio del afeitado clásico; huyendo de tópicos y, sobre todo, opiniones subjetivas.

Dicho ésto cabe concluir también que, quien no tenga problemas en su afeitado habitual, difícilmente va a ver justificado el cambio a la modalidad clásica a efectos prácticos. Pero somos muchos los que hemos tenido que lidiar con los dichosos granitos y ésta es con diferencia la mejor forma de librarse de ellos.

¿Quieres comentar este artículo? ¡Puedes hacerlo en el foro!