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Pleamares de la moda: El cargamento de reno ruso

Vivimos una era en la que, para la gente verdaderamente importante o quien simplemente aspira a relacionarse con ella, la discreción es una virtud inexcusable. Salvo en determinados entornos, aquel que lleve un reloj cubierto de diamantes, grandes y ostentosos anillos o conduzca un Lamborghini dorado, quedará retratado como un advenedizo sin formación social. Un nuevo rico, con toda la carga despectiva que dicha categorización lleva aparejada. Por mucho dinero que pueda tener, quedará fuera del círculo interno de los poderosos.

Evolución y tendencias

El gusto estético ha devenido en las últimas décadas en la desaparición de la ornamentación y, en consecuencia, el ensalzamiento de la moderación más absoluta. Donde antes veíamos un traje de raya diplomática con corbata paisley y zapatos bicolor, hoy nos encontramos con bloques monocromáticos en azul y gris con pinceladas de tonos apagados.

Irónicamente, la época más ostentosa en el vestir masculino moderno fueron los años 30, popularmente considerados como la etapa más elegante del siglo XX. Pero, al igual que cuando Louis Sullivan acuñó por aquellos años el famoso “form follows function”, aplicado en aquel caso al mundo de la arquitectura, pasamos aquí a eliminar del atuendo toda artificiosidad en pos de la simplicidad.

Izquierda: Ilustración de Laurence Fellows - Derecha: Estilismo actual de Suitsupply
Izquierda: Ilustración de Laurence Fellows - Derecha: Estilismo actual de Suitsupply

Los tiempos cambian y aquel que hoy, en su interés por la elegancia y el buen vestir, quiera hacerse con algo diferente y único es poco probable que opte por unos zapatos de cocodrilo como quizá hubiera hecho hace cincuenta años. Esta tendencia implica que, a día de hoy, el sibarita que busca lo más especial, único y diferenciador tiene que afinar el gusto y encontrar maneras más sutiles de satisfacer sus aspiraciones. El súmmum de esta tendencia seguramente sea el famoso cargamento -aparentemente infinito e inagotable- hundido a finales del siglo XVIII frente a costas británicas.

El cargamento perdido

El cargamento de reno ruso, que se hundió en 1786 frente a las costas de Plymouth cuando viajaba a bordo del Metta Catharina, fue redescubierto en 1973 y, desde entonces, amenaza con agotarse en cualquier momento. Debido al singular tratamiento recibido tanto en el proceso de curtición como, de manera puramente fortuita y natural, durante los años -casi un par de siglos- bajo el mar, es uno de los cueros más exclusivos que puede uno encontrarse. Las pieles, propiedad del Príncipe de Gales debido al lugar donde se produjo el hallazgo, fueron vendidas a varios artesanos del cuero -no únicamente a Cleverley, como se puede leer por la red- para así poder financiar las recuperaciones de éste y otros pecios en la bahía de Plymouth Sound, lugar en el que descansa.

Gran parte de las pieles resulta inservible: las partes negras son extremadamente blandas, con el reverso prácticamente destruido y apenas tienen consistencia
Gran parte de las pieles resulta inservible: las partes negras son extremadamente blandas, con el reverso prácticamente destruido y apenas tienen consistencia
Sección utilizable de la piel
Sección utilizable de la piel
Reverso de la parte inservible
Reverso de la parte inservible

El reno ruso sólo será reconocido por aquellos que están al corriente de su enrevesada y casi mítica historia, pero el portador sabrá que esa cartera, zapatos o maletín están hechos de algo extraordinariamente exótico pero, al mismo tiempo, indiscutiblemente discreto.

Zapatos de reno ruso (Permanent Style)
Zapatos de reno ruso (Permanent Style)

Futuro

Atrás han quedado los días en que Aristóteles Onassis elegía forrar las banquetas del bar de su yate con piel de prepucio de ballena debido a su extraordinaria suavidad; cosa que hoy día, aparte de resultar tremendamente original, podría tal vez provocar cierta aprensión en los invitados.

Del mismo modo que las casas de tejidos han ido creando paños cada vez más finos y delicados utilizando fibras de un grosor antaño impensable, aprovechando las nuevas tecnologías, no deja de ser interesante pensar hacia dónde se encaminará la evolución de este refinamiento sutil que llevamos un tiempo experimentando de la mano de la presente revolución sartorial y qué cotas se podrán alcanzar. A veces incluso rebuscando físicamente en el pasado; entre los restos de antiguos naufragios.