Introducción
Seguramente la palabra shearling no resulte familiar en este país más que para aquellos aficionados a la moda que se hayan topado con ella en internet. Ya sea buscando información sobre alguna chaqueta que les haya llamado la atención como oyéndola -leyéndosela- a alguien en un foro especializado.
La cosa se complica además a la hora de buscar traducción a nuestro idioma ya que, aunque existen un par de vocablos -vellón y zalea- que definen de manera autónoma y con exactitud el concepto, no son de uso común. Mucho menos a nivel de calle, donde el término borreguito -mucho más popular- pierde su gran oportunidad al ser percibido simplemente como un tipo de forro, la mayoría de veces sintético; de aspecto similar, eso sí, a la parte interior de las prendas objeto de esta entrada.
Porque -y ésta es la parte más importante del presente artículo- el shearling no es un tipo de forro. No lo es.
Por lo demás, a nivel técnico, las casas de nuestro país que trabajan el producto -muchas, como veremos- se refieren a ella como “piel de doble faz”; o “doble faz”, a secas, cuando hablan entre ellos.
Historia
¿Qué es entonces el shearling? Bien. El shearling es algo tan sencillo como un pliego de piel de oveja al que no se le ha retirado el pelo. Dicho de una manera literalmente cruda, es como si arrancaseis la piel a una oveja muerta y os cubrieseis con ella; el pelo, la lana en bruto, hacia el interior -en contacto con vuestro cuerpo- y la parte por donde se ha desollado al animal hacia fuera.
Dicho así puede sonar muy primitivo; esa es la idea, porque el shearling es probablemente una de las formas de abrigo más antiguas que hay. Tan instintivo como arrancar la piel a un animal cuyo pelo resulta agradable al tacto y cubrirse con ella para resguardarse del frío. Mejor aún si el animal es relativamente grande, fácil de atrapar y su carne es sabrosa y nutritiva.
Como es lógico imaginar, hubo una evolución a lo largo del tiempo; aunque no tanta, atendiendo a la sencillez del objeto. Curtirla y combinar trozos para confeccionar prendas siguiendo un sencillo patrón. Poco más.
En cuanto a lo primero, las pieles se esquilan a la longitud deseada de pelo -cuyo valor máximo depende de la raza de la oveja- y se curten tal cual. El color depende tanto del propio proceso como de las características del ovino escogido.
Decimos que los patrones son sencillos porque la ausencia de forro así lo determina. Los bolsillos son siempre de parche; bien sobre la superficie exterior, bien en la interior -accesibles por una simple abertura ribeteada, practicada en la pieza de piel correspondiente-.
Características
Transpirable y flexible, el vellón aleja la humedad en su cara lanuda manteniendo el interior seco; contribuyendo así a mantener el calor corporal de quien se cubre con él. Por sus prestaciones rivaliza con otro gran aliado contra el frío: el plumón. Sólo que, en este caso, historia y versatilidad decantan la balanza a favor de este tipo tan especial de piel.
La piel de oveja es de por sí suave y adaptable; más cuanto menor sea su edad. Es por eso que se suelen usar animales jóvenes para la confección de los abrigos y chaquetas de más calidad; buscando paliar los inconvenientes que el grosor y tipo de construcción de estas prendas pueden acarrear.
Dicha calidad también se pone de manifiesto por la manera en que se eligen los diferentes pliegos de piel que van a formar parte de un mismo conjunto; buscando que parezcan todos del mismo ejemplar. La longitud es ajustable, pero densidad y tacto han de coincidir. Textura y tonalidad también.
Por lo demás, el shearling es muy resistente y fácil de mantener. Aguanta bien el agua y un simple cepillado es suficiente para volverlo a su ser después de una jornada lluviosa. Tampoco es presa de polillas ni otros insectos, siendo su principal amenaza el moho; razón por la cual conviene guardarlo, fuera de temporada, en lugar seco. Cubierto con papel, si así se desea, o almacenado en una caja de cartón; nunca plástico o similar, como suele entregarse por parte de la tintorería tras la típica limpieza.
Tipos
El ganado cuya piel se utilizará para la confección de este tipo de prendas proviene, lógicamente, de multitud de lugares; pero España es uno de los productores de materia prima más apreciados en el sector. Islandia también es un origen con buena reputación.
Hay varios tipos de piel atendiendo a su procedencia y características, siendo los cinco más representativos, ordenados de menos a más según su capacidad de abrigo, Rasado, Corto, Merino, Entrefino y Toscana.
Rasado es el tipo de piel procedente de los animales más jóvenes. Piezas pequeñas, suaves y ligeras que dan lugar a prendas de gran calidad muy fáciles de llevar pero menos abrigadas que las otras.
Corto es del mismo tipo que Toscana pero, como apunta su nombre, con menor longitud de pelo.
Merino es probablemente la más demandada merced a su gran versatilidad. Sacada de animales adultos, es todavía lo suficientemente suave y ligera para vestirla con comodidad. Su pelo más denso la hace muy indicada para climas fríos.
Entrefino es más gruesa, densa y rígida pero, como es fácil suponer, también más incómoda y difícil de llevar.
Toscana es inconfundible gracias a la prolongada longitud de su pelo, lo cual la convierte también en la más abrigada a pesar de ser una de las pieles más suaves y flexibles. Es también la más costosa, seguida de su homóloga de pelo corto. Se reserva para las creaciones de mayor nivel.
Iconografía
Como no podía ser menos, nuestra protagonista lo merece, dedicamos un apartado específico a este aspecto particular que tanta influencia tiene, lo admitamos o no, en la percepción que se tiene de ciertos objetos.
En ese sentido, más que con la elegancia, se asocia este material con la épica y la virilidad. Desde los pilotos de la Segunda Guerra Mundial a los tan rudos como atractivos vaqueros de los anuncios de una conocida marca de cigarrillos, el shearling proyecta -vende- una potente imagen de activa masculinidad. Será la tosca belleza de un material donde se percibe de manera evidente al animal que lo fue antes o, tal vez y unido a lo anterior, la anticipación de una piel cálida y viva bajo la piel que la cubre; el caso es que el shearling nunca ha dejado de estar ahí para alimentar el imaginario.
Por supuesto, se pueden encontrar en la actualidad multitud de chaquetas inspiradas en aquellas usadas por los pilotos de la Segunda Guerra Mundial. Más o menos fieles a la versión original, mantienen de alguna manera las características principales de las dos versiones más relevantes: RAF (británicos) y USAF (estadounidenses). Cinturón en la parte inferior y cremalleras en los puños para los primeros; ceñidores laterales para los segundos. El pelo, marrón, de tonalidad más oscura en la versión correspondiente al Reino Unido. Elegid la vuestra.
Tampoco el mundo del cine iba a ser menos a la hora de explotar el potencial de estas prendas tan icónicas. Ni tan siquiera el mercado del videojuego ha podido resistirse.
Valgan algunos ejemplos de entre el amplio catálogo a disposición de quien tenga curiosidad; tanto delante como detrás de las cámaras:
Complementos
Aparte de abrigos y chaquetas, hay otro tipo de artículos que se realizan con este tipo de piel. Guantes, gorros, botas… La lista no es interminable pero sí variada. Cualquier cosa que se pueda confeccionar, prestos a mantener nuestra temperatura corporal de manera confortable.
Conclusión
Poco se puede añadir para terminar de glosar las características del shearling. Podrá gustar o no, pero no se le puede negar el carácter tan especial que imprime a cualquier vestimenta. También, desde el punto de vista funcional, cabe apuntar que no es para nada sofocante su uso; contrariamente a lo que algunos podrían pensar. Lógicamente está indicado para climas fríos, pero su naturaleza le confiere un gran poder regulador de la temperatura corporal de quien se cubre con él.
