Desde un punto publicitario, no tengo mucho que objetar: ese sector se caracteriza por estar siempre a la última y lo reutiliza todo, desde la estética ---miren unos cuantos anuncios y verán cómo se copian y adaptan imágenes, secuencias, encuadres o decorados de películas muy conocidas--- hasta las ideologías.
El problema viene cuando este anuncio, de una manera incomprensible, se convierte en un acto de propaganda tan burdo. Un síntoma más de lo que se denomina "la modernidad líquida": las ideologías se convierten en nebulosas de consignas que lo permean todo y acaban por imponer una concepción moralista de la realidad.