The tragedy of Macbeth.
Otra versión de la obra de Shakespeare, esta vez según
Joel Coen. Imagino que será muy del gusto del tipo de cinéfilo que flipa con las formas, las luces, el rollo expresionista y tal y tal. Si os va eso, es vuestra peli. A mí, no. Si quiero ver teatro me acerco a un local y lo disfruto, no me va ver en una película el decorado cartón-piedra y que se note aposta, ni el recurso sobado del blanco y negro para demostrar que sabe uno hacer virguerías con la fotografía, ni mucho menos el formato 4:3. Si algo tiene el cine es una cantidad inmensa de recursos de los que el teatro no dispone y que hay que aprovecharlos.
Poco que añadir, los actores principales están bien pero no transmiten la fuerza dramática que deberían, no hay ningún tipo de chispa entre
Washington y
McDormand, todo es absolutamente frío, como los decorados, no hay pasión ni en la narración ni en el camino hacia la locura de Macbeth; para terminar de estropearlo seguimos con el rollo racial-inclusivo en el que media docena de actores, incluyendo a
Macbeth, son negros, algo que para los brutos de
Apple TV debía ser lo normal en la Escocia del siglo XI. Si cualquier anacronismo es válido, me veo en la próxima versión a las brujas mandando mensajes por el
iPhone a
Macbeth en vez de aparecerse en medio del páramo.
En fin, que si queréis disfrutar de una versión de la obra adaptada al cine que merezca la pena ver, os recomiendo que echéis un vistazo a la de
Justin Kurzel (2015), excelente en todos sus términos, con un
Michael Fassbender y una
Marion Cotillard estupendos.
Saludos, cabasheros cinéfilos.
Macbeth (2015).