Como anécdota curiosa, el lunes pasado estuve en un centro comercial en donde había un puesto promocionando "planes vacacionales", en este tiempo en que las empresas de turismo han sido fuertemente golpeadas por la pandemia. Uno de sus promotores, un muchacho joven vestido con traje y corbata, se me acercó diciendo:
- ¡Muy francés!, me encanta su pinta... tal vez en alusión a mi
flatcap y al pañuelo que llevaba anudado al cuello, la cazadora en piel, los
jeans y botas que llevaba en ese momento, que es un conjunto habitual en mí y a la necesidad de ser "empático" con sus posibles clientes.
Después de conversar un momento sobre lo que ofrecían, para diligenciar una ficha con los datos de los contactos que habían establecido, preguntó por mi edad. La cara de asombro que puso cuando se la dije fue realmente de película, simplemente no podía creerlo, al punto que tuve que mostrarle mi "cédula de ciudadanía" - equivalente al DNI en España - para que pudiera comprobar que no le estaba mintiendo. En ese punto, sus comentarios fueron aún mas halagadores, cuando comprobó que podía ser no solo su "abuelo", sino su bisabuelo.
Definitivamente la edad es mas una actitud que los años en el calendario: el mes pasado subí al séptimo piso, edad que pocos creen que tengo.