Lo que echamos de menos es el componente emocional asociado a la experiencia, en su día típicamente originado por la capacidad de la televisión de aglutinar a toda la familia junta frente a ella. Ahora, indistintamente del contenido que se emite (sobre el que también tenéis razón), aunque la familia se junte frente al televisor pues resulta que cada uno está ensimismado con su móvil y no se comparte ni se vive ninguna experiencia compartida.