Hay que ser cutre para gastar en champagne. Hace ya años que, cuando voy a mis boîtes favoritas, me regalan las botellas. Doy caché al local que piso.
Por cierto: el Roederer, para el servicio...
El otro día, en mi chino de confianza, el camarero nos estaba preparando la única mesa de dos que quedaba libre, un poco pequeña, cuando la dueña se percató desde el fondo del local, lo fulminó con la mirada, vino hasta nosotros y nos acomodó en una de seis. No me giré, pero podía sentir las miradas de admiración del resto de comensales.
Esta historia, al contrario de otras que habéis tenido ocasión de leer en los últimos posts, es totalmente verídica.
Los necios siguen la moda. Los pretenciosos la exageran. Quienes tienen buen gusto pactan con ella.
Yo solo bebo el champán después de haberlo degollado con una espada y haberlo pasado por el canalillo de una modelo rusa.
En las discotecas que frecuento me llaman Kimi Raikkonen, soy legendario y excelso en mis formas de beber champán, me gusta todo lo caro y ostentoso.
Saludos opulentos.
MATEMALE el champán que más consumo es el Krug Clos du Mesnil, es mi preferido.
Hago encargos de botellas de champán Krug Clos du Mesnil y vino Pingus y Chateau Petrus al club del gourmet pues soy cliente VIP.