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Jopo de Pojo
Cuesta mucho bosquejar en pocas líneas el paisaje sociológico catalán. Ojalá estos apuntes inconexos sirvan un poco para hacerse una idea.
1. Existe una Cataluña económicamente saneada y otra muy subsidiada, sea a través de fondos de la Unión Europea, sea a través de la redistribución fiscal.
2. El área metropolitana de Barcelona formaría parte de esa Cataluña saneada y el resto del territorio, de la subsidiada.
3. El área metropolitana de Barcelona alberga, más o menos, al 50-60 % de la población de Cataluña, sin contar la llamada población flotante, cuyo cálculo es algo más complejo.
4. El nacionalismo catalán ---y dejemos, de momento, los condicionantes de clase--- ha visto siempre a Barcelona como un foco de degradación, motivada en buena parte, por los flujos de inmigración. Basten dos apuntes, diametralmente opuestos:
4.1. El padre Miguel Batllori, cuya obra historiográfica es de primera línea, criticó el estándar fabriano del catalán por haberse basado en la variante barcelonesa, a su juicio, la más vulgar y empobrecida de cuantas hay en el dominio lingüístico.
4.2. El propio Jordi Pujol se educó en el campo catalán a instancias de su padre Florenci ---un tipo de lo más turbio: estraperlista y contrabandista de divisas--- para que su catalán no estuviese contaminado.
5. El imaginario catalanista, telúrico, siempre ha visto el mundo rural como un mundo inmarcesible, puro, ajeno a la mezcla y la corrupción de las ciudades.
6. Ese mundo ha sido preservado en su conformación ideal de muchas maneras, desde la compilación del Costumari català, de Joan Amades (1952) ---un compendio del folclore y la cultura catalanas---, hasta el vasto Diccionari Català-Valencià-Balear, de Alcover-Moll (1962), pasando por el Onomasticon Cataloniae (1931-1994), de Joan Coromines, que recoge la toponimia de los llamados Països Catalans. Esas obras, junto con muchas otras, como la Gran Enciclopèdia Catalana, han tenido como fin último la creación de un imaginario y un sistema de referencias culturales en que Cataluña permanecía ajena a España.
7. Volvamos a los tres primeros puntos. Cataluña cuenta con varias universidades. Solo tres pueden considerarse netamente metropolitanas: la Universidad de Barcelona, la Pompeu Fabra y la Universidad Politécnica de Barcelona. El resto, incluida la Autónoma de Barcelona ---en la que estudié y me licencié---, se nutre principalmente de alumnos procedentes del esa Cataluña subsidiada. Desde 1981, la presencia de cuadros académicos escorados hacia el independentismo es creciente y notoria. Durante la década de 1980 se apreció sobre todo en licenciaturas como Geografía e Historia, y Filología Catalana, básicas para formar los cuadros académicos de la enseñanza secundaria. A partir de 1990, y sobre todo tras la creación del Pla 2000, la infiltración se lleva a cabo en todos los órdenes del mundo intelectual catalán.
8. La poca movilidad de la población de comarcas llevó a crear diversas universidades que les suministrasen profesionales.
9. Desde la subida de Pujol al poder, se inició un programa de financiación de las comarcas catalanas insólito en toda España. A finales de la década, cualquier cabeza de partido contaba con unas infraestructuras asistenciales desconocidas en el resto del país, hasta el punto de que, por ejemplo, cualquier paciente podía tratarse prácticamente cualquier dolencia sin tener que desplazarse los hospitales de Barcelona.
9. Las transferencias sanitarias se iniciaron en 1981. La Generalitat inició un sistema clientelar que cooptó el apoyo y las voluntades del sector farmacéutico, químico, médico y asistencial de Cataluña, hasta el punto de crear un muro proteccionista frente a otras empresas españolas casi infranqueables.
10. La creación del Institut Català de Finances, en 1985, en manos de la Generalitat, puso al empresariado catalán en manos de los intereses políticos. (Y de ahí, en parte, viene el célebre 3 %).
11. Así pues, nos vemos con:
11.1. Un sector empresarial que depende de la Generalitat.
11.2. Unos cuadros administrativos, sanitarios y docentes que no solo dependen de la Generalitat, sino que han sido formados ideológicamente de acuerdo con el discurso oficial del nacionalismo.
11.3. Una población enormemente dependiente del discurso oficial, sea por cuestiones clientelares, sea por subsidios, sea por formar parte precisamente de esa estructura de poder.
12. De 1991 a hoy han transcurrido 36 años. En sociología, grosso modo, se considera que una generación abarca un período de 30 años. Sin embargo, si contamos a los estudiantes que en 1981 tenían 16 años ---y aún susceptibles de ser ideologizados--- y a los que ahora están en edad escolar, podemos encontrarnos con una horquilla de casi 60 años y, prácticamente, tres generaciones, si contamos a los niños de preescolar y educación primaria.
13. Conviene desglosar la pirámide de población de Cataluña para hacernos una idea del número de personas susceptible de estar convencida del ideario nacionalista. Sin embargo, no es muy exagerado ni tremendista pensar que, dentro de cinco años, se habrán incorporado varias cohortes que llevarán a los secesionistas a contar con un 60 % o más de la población catalana si no se pone coto a esta dinámica.
14. Tras el fracaso del llamado Modelo Barcelona tras el Fórum de las Culturas, la única metrópoli de Cataluña ha carecido de un modelo de crecimiento y articulación claro con el resto del territorio más y menos inmediato (las comarcas adyacentes, Cataluña y el resto de España). En estos momentos, la propuesta de Colau supone una involución y, sobre todo, una ruralización. Ese ensimismamiento ya lo describió Manuel Castells en su obra La era de la información.
15. ¿La situación actual? La indefinición y el posibilismo más cínico que podamos pensarnos. No existe un vector claro, sino un brote de diversas tendencias que ni siquiera confluyen de manera total:
15.1. Supremacismo alentado por el viejo catalanismo decimonónico.
15.2. Proteccionismo desesperado que no descarta la parasitación de España como medida de salvación de una red clientelar muy maltrecha.
15.3. Xenofobia encubierta mediante un sistema sibilinamente estamental que podría derivar en la aparición de castas (distribución vertical, no ligada estrictamente al nivel económico, sino más bien a la adscripción ideológica y a las relaciones de afinidad) e incluso en medidas de apartheid (distribución horizontal, ligada en parte al territorio en virtud de la oposición entre metrópoli y comarcas, pero también en virtud de las redes de contactos y relaciones entre miembros de una misma casta).
15.4. Atomización social. El punto anterior plantea la posibilidad de que se produzcan fricciones o conflictos entre los diversos grupos que podrían achacarse a diferencias de clase (precariado-clase protegida) o bien de comunidades presuntamente nacionales (Cataluña-España).
16. El pronóstico, sin tener en cuenta posibles elementos exógenos (intereses exteriores, evolución de la economía internacional, geopolítica), nos debe llevar a presuponer que, pese a los chascarrillos que suscite la reacción de los políticos catalanes estos días, el problema es de una complejidad enorme y que requiere de, por lo menos, dos generaciones, para que sea resuelto por completo.