Iniciado por
Pirrip
Yo de pequeño quería ser político. También quería ser torero, pero eso no viene al caso.
Veía por la tele a Adolfo Suárez, Carrillo, González, Fraga... No entendía nada de lo que decían (apenas me enteraba con Barrio Sésamo), pero intuía que eso era importante. Que ahí había algo serio.
Estudié y me afilié al partido que más me gustaba. Tenía vocación de servicio, me parecía una profesión muy noble. Conseguí trabajar en ello durante 13 años, sin padrino ni enchufes. Llegué a un nivel medio (ni salía en la tele dando un mítin ni era el que hacía las fotocopias) y disfruté cada día como si fuera una película de aventuras. Cuando se construye un hospital, se transforma un descampado en un parque o se reduce el desempleo, te entra una satisfacción difícil de encontrar en otros sitios (bien dicho, PVP, lo del "chute"). Luego están los cócteles, las cenas con don importante, los viajes con hoteles de 5 estrellas... pero de eso ni te das cuenta, ni lo valoras. Es trabajo.
Terminé, por culpa de otros, más quemado que la pipa de un indio. Amargado, resentido y con una mala hostia que no me cabía en el cuerpo. Pasados los años he vuelto al equilibrio, pero ha costado lo que no está escrito.
A lo que iba, entiendo vuestras malas opiniones, pero creedme, hay muy buena gente trabajando ahí (en todos los partidos). Cuando trabajas un festivo, una noche, un fin de semana, luego se hace muy duro escuchar en el bar que todos los políticos son unos golfos.
No generalicemos, por favor.
Hala! Ya lo he soltado.
Hasta luego.