Una huelga general es una huelga política y a los gobiernos de izquierdas les aterroriza cuando intuyen que puede tener mucho seguimiento. Especialmente cuando ese seguimiento es por parte de obreros y clases trabajadoras en general y cuando se saben sospechosos de progresismo de salón, fecundado in vitro en laboratorios universitarios e incubado en los medios. No hay que infravalorar el poder de ese tipo de acciones. Lo que sí es preciso es coordinarlas bien. Por eso tratan de dividir a los curritos mediante la ideología (hasta ahora van teniendo éxito, pero eso se puede revertir cuando se quiera). Y por eso también medidas como la renta básica (para obtener votantes cautivos; ciudadanos que les voten sólo por no perder sus ingresos subsidiados).
Conviene conservar la lucidez y la capacidad de acción.