La dificultad o falta de adherencia al tratamiento (farmacológico y/o psicológico) es propia especialmente de los esquizofrénicos (principalmente con los antipsicóticos), los bipolares tipo I (principalmente con el litio) y, por supuesto, de los trastornos de personalidad donde por definición no existe una conciencia de problemática.
Pero aquí se estaba hablando de antidepresivos (lo que se receta principalmente y como primera opción de manera masiva son los inhibidores selectivos de la recaptación de la serotonina, ISRS) y por analogía de ansiolíticos (sin duda aquí las benzodiacepinas se llevan la palma), que son medicaciones ampliamente aceptadas e incluso solicitadas de motu proprio por la población.