La Reina Victoria con el Duque y la Duquesa de York, mas tarde serían el Rey Jorge V y la Reina María, padres del Príncipe Eduardo.
12 de agosto de 1893
El Rey Jorge V, cuando aún era el Duque de York, sosteniendo a su hijo recién nacido, el Príncipe Eduardo de York,
que mas tarde sería el Rey Eduardo VIII y luego Duque de Windsor.
Foto del 16 de julio de 1894
Cuatro generaciones de monarcas británicos.
Destaco los trajes de la época, que serían abolidos por el Duque de Windsor
El Rey Jorge V y la Reina María con sus seis hijos: la Princesa María (mas adelante Princesa Real),
el Príncipe John en los brazos de su madre, el Príncipe Enrique (mas tarde Duque de Gloucester),
sentado el Príncipe Jorge (mas tarde Duque de Kent), el Príncipe Eduardo (mas tarde Rey Eduardo VIII y luego Duque de Windsor)
y el Principe Alberto (mas tarde Rey Jorge VI), padre de la actual Reina Isabel II
Las prendas corresponden a la época Victoriana, en la que nació en Duque, importante para poder contrastar con los cambios que vendrían.
La Casa de Windsor
La
Casa de Windsor es la casa real del Reino Unido y de otros reinos del
Commonwealth.
Fue fundada por el Rey Jorge V por Proclamación Real el 17 de julio de 1917, cuando cambió el nombre de la Familia Real Británica de la alemana
Saxe-Coburg and Gotha (una rama de la
Casa de Wettin) a la inglesa Windsor debido al sentimiento anti-alemán en el Imperio Británico durante la Primera Guerra Mundial.
Su etapa como Príncipe de Gales
El Duque de Windsor a sus 16 años, cuando recibió el título de Príncipe de Gales, heredero de la Corona Británica
Cuando Eduardo VIII aún era el Príncipe de Gales, algunas de las peores discusiones que tuvo con su padre Jorge V fueron sobre jazz, cocteles, uñas pintadas, el uso del teléfono y el doblez de los bajos de los pantalones. Tan sorprendente como pueda parecer, cuando otros países estaban envueltos en luchas existenciales, asesinando sus líderes, nada exacerbaba mas al Rey de Inglaterra en lo referente a su hijo que su determinación de ser “moderno” y su amor por todas las cosas estadounidenses.
Cuando estalló la Primera Guerra Mundial, el Príncipe había alcanzado la edad mínima para el servicio activo y estaba dispuesto a participar en la primera línea, lo que no le fue permitido por los riesgos que implicaba. A pesar de esto, Eduardo fue testigo de la guerra de primera mano y trató de visitar la línea del frente tan a menudo como pudo, por lo que fue condecorado con la Cruz Militar en 1916. Su papel en la guerra, aunque limitado, le volvió popular entre los veteranos del conflicto. Eduardo emprendió su primer vuelo militar en 1918 y más tarde obtuvo su licencia de piloto.
A lo largo de la década de 1920, Eduardo, como Príncipe de Gales, representó a su padre, el rey Jorge V, en el país y en el extranjero en muchas ocasiones, realizando unos 16 viajes a diversas partes del Imperio entre 1919 y 1935. No obstante, no en todos sus viajes se comportó bien, existen registros de sus desapegos al protocolo y negativa a conocer a personalidades importantes en la India.
Dentro de Gran Bretaña se interesó por las zonas afectadas por la crisis económica. Su rango, viajes, buena apariencia y soltería lo convirtieron en una figura sumamente popular: casi tanto como una estrella de cine, que recién estaban surgiendo. A diferencia de su padre, al que nunca se le veía sonreír, él mostraba jovialidad con respecto al resto de la realeza. En el apogeo de su popularidad, se convirtió en la celebridad más fotografiada de su tiempo y establecía la moda masculina.
Sus actitudes hacia muchos de los súbditos del imperio y varios pueblos extranjeros, tanto durante su etapa como príncipe de Gales y más tarde como duque de Windsor, fueron poco comentadas en su momento, pero posteriormente deterioraron su reputación. Sobre los indígenas australianos dijo: «¡Son la forma más repugnante de seres vivos que he visto! ¡Son la forma más baja conocida de seres humanos y son lo más parecido a los monos!».
Su etapa como Rey Eduardo VIII
Tras la muerte de su padre el 20 de enero de 1936, se convirtió en el nuevo monarca aunque nunca fue coronado. Durante la procesión hacia Westminster Hall, donde los restos de Jorge V iban a ser expuestos al público, parte de la Corona imperial del Estado cayó desde la parte superior del ataúd y aterrizó en la canaleta cuando el cortejo ingresó al patio del palacio. El nuevo rey, Eduardo VIII, la vio caer y se preguntó si no sería un mal presagio para su nuevo reinado. Eduardo abdicaría antes de un año y su hermano Alberto, duque de York, subiría al trono como Jorge VI.
Hay que decir que no fue un gran Rey, cuando su reinado fue de solo 326 días, en mas corto en la historia de la Monarquía Británica. Escogió su amor sobre su deber para con su país. Su abdicación en 1936 se debió a su propuesta de matrimonio con la doblemente divorciada Wallis Simpson, una “socialité” estadounidense de la época. Ese matrimonio hubiera entrado en conflicto con el rol del Monarca como Cabeza de la Iglesia de Inglaterra, sin mencionar la acérrima oposición del gobierno de ese momento liderado por Stanley Baldwin.
La señora Wallis Simpson, la mujer que amó tan obsesivamente al punto de entregar su trono para estar con ella, también era conocida por su estilo. Inclusive cuando era una debutante en Baltimore quería estar a la última moda pero con algún giro, algo que lo hiciera destacar de la multitud, por lo que ella y su madre usaban una costurera para copiar los atuendos de las celebridades que había visto en las revistas.
Una vez que la Sra. Simpson llegó a Europa con su segundo marido, visitó en París las casas de moda que apenas podía pagar. Así, no es de extrañar que cuando conoció al Duque por primera vez, tenía uno o dos atuendos parisinos en su guardarropa. Por su parte, el, a pesar de su búsqueda por lo que fuera mas moderno y “Americano”, también amaba el tweed y el tartán de su tierra nativa, combinándolos a menudo de manera exuberante y mantenía una apretada cantidad de kilts en una gran variedad de tejidos en su ropero. Mientras que la política y su rol como Rey no fueron sus atributos mas destacados, fue reconocido mundialmente por su estilo, no solo por la escogencia de sus prendas sino como las combinaba y como las llevaba.
Después de abdicar y del subsecuente matrimonio, el glamour y las prendas costosas se convirtieron en un mantra para el Duque y la Duquesa: era su armadura.
El 12 de diciembre de 1936, en la reunión de adhesión del Consejo Privado del Reino Unido, Jorge VI anunció que iba a convertir a su hermano en «Su Alteza Real el Duque de Windsor». Quería que este fuera el primer acto de su reinado. Mientras tanto, Eduardo fue conocido universalmente como el Duque de Windsor. La decisión del rey de designar a Eduardo duque real aseguró que no podía presentarse a las elecciones de la Cámara de los Comunes ni hablar sobre temas políticos en la Cámara de los Lores. Sin embargo, la patente de letras del día 27 de mayo de 1937, que reconfiere al duque de Windsor, «el título, estilo, o atributo de Alteza Real», declaraba expresamente que «su esposa y sus descendientes, si los hubiere, no podrían recibir dicho título o atributo».
El Estilo del Duque de Windsor
Tanto en su época de Príncipe de Gales, como en la de Rey o en la de Duque de Windsor, consiguió que incluso sus innovaciones más extravagantes se convirtiesen en clásicos intemporales. Eduardo VIII fue polémico, carismático, original, atrevido e imitado por todos los señores desde entonces.
No era una persona alta y prefería el confort en su ropa, libre movimiento y estilo al que se refería como “Dress Soft”. Debido al hecho de haberse permitido mover las fronteras de lo que un miembro de la realeza debía o no debía vestir, se ganó una reputación como trendsetter, “generador de tendencias” y se describía a si mismo como un “verdadero dandy Británico”, borrando las lineas, cruzando barreras y cuestionando la etiqueta del vestir.
Un elemento del que era particularmente entusiasta eran los diseños de cuadros en los tejidos, lo que era evidente en gran cantidad de sus atuendos. Su pasión por estos era particularmente interesante debido a sus 1.67 m. de estatura, que, gracias a modificar las proporciones mediante los cortes y al manejo de las cinturas de sus chaquetas, que eran anormalmente altas, alargaban visualmente sus piernas y le permitía llevarlos con estilo.
Su estilo era sorprendentemente parecido a su vida, de la misma manera que mostraba desprecio por el “establecimiento”, de igual forma lo hacía por las reglas del vestir de la época. Un ejemplo era como insistía en llevar sus pantalones con vuelta en el bajo lo que aparentemente enfurecía a su padre, el Rey Jorge V. Así como su gusto por los diseños de cuadros en los tejidos, también mostró entusiasmo por las texturas en sus atuendos, que combinaba de maneras que eran revolucionarias para la época, como por ejemplo, camisas de cuadros con corbatas a rayas.
A pesar de haber vivido en Francia la mayor parte de su vida, apoyaba fuertemente la manufactura textil británica, de la que escogía los tweeds escoceses o los jersey de Fair Isle por delante de otros tejidos europeos mas modernos.
Durante su vida usó predominantemente el mismo sastre, Scholte de Savile Row desde 1919 hasta 1959, quien confeccionaba sus prendas de acuerdo con sus gustos extravagantes y su forma de vida, como por ejemplo, armando los bolsillos izquierdos de sus pantalones de forma mas amplia para poder llevar su cajetilla de cigarrillos o dotándolos con una faja elástica puesto que no le gustaban los tirantes y quería preservar la apariencia plana de su estómago. También prefería cremalleras a botones en la bragueta de sus pantalones, lo que era un diferencia relativamente moderna para la época.
Gobernador de las Bahamas
Durante la Segunda Guerra Mundial, con el propósito de mantenerlo en condiciones de igualdad, Winston Churchill nombró al Duque como Gobernador de las Bahamas, donde tuvo la oportunidad, en compañía de su amada, de cultivar y exhibir su habilidad para el buen vestir.
Exilio en Paris
Después de su estancia en las Bahamas, la pareja Windsor se trasladó a París donde vivieron los siguientes 20 años. El Duque visitó su nativa Inglaterra solo en un par de ocasiones después de abdicar. Vivieron en una casa de propiedad de la Ciudad de París, donde falleció a sus 72 años, víctima de un cancer de garganta por su contumaz tabaquismo. Arrastró siempre problemas de anorexia nerviosa y tics, y su reloj se quedó parado en una eterna adolescencia. Era de carácter despreocupado, un "bon vivant" atractivo, delgado y deportista hasta lo patológico, bebedor, amigo de robarle sus mujeres casadas al prójimo, vago en los asuntos de despacho. Un pequeño dandy de 1,70 de talla, probablemente estéril por unas paperas, que marcó época en el gran mundo frívolo, dejando como legado solo sus innovaciones en la moda, donde relajó la etiqueta victoriana.
Después del fallecimiento del Duque, la casa, que acusaba deterioro, fue restaurada completamente, como se da cuenta el el artículo del siguiente enlace:
http://www.nytimes.com/1989/12/21/ga...pagewanted=all
En 1998, el ropero del Duque en París fue ofrecido en una subasta de Southerby’s. Su guardarropa abarcaba 60 años porque nunca perdió su esbelta figura (su cintura cambió de 29 pulgadas a 31 a lo largo de medio siglo) y ciertamente fue campeón en el arte de la construcción de un ropero. Un inventario del mismo, llevado a cabo en 1961, registró quince trajes de noche (smoking), cincuenta trajes formales y tres trajes de ceremonia (con dos pantalones para cada uno), mas de cien pares de zapatos incluyendo una soberbia colección de zapatillas de terciopelo de Peal & Co.
Ciro Paone, fundador de Kiton, se adjudicó esta colección de trajes en la subasta y en el transcurso de los años, estos trajes se han expuesto en ocasiones muy especiales en algunas de las tiendas Kiton del mundo y han sido prestados a algunos clientes especiales para eventos en sus tiendas.
Era evidentemente un adicto a la moda, tan admirado el día de hoy como lo fue en su momento. A pesar de su evidente amor por la ropa, solamente en una ocasión se refirió a su estilo diciendo “I was in fact produced as a leader of fashion, with the clothiers as my showmen and the world as my audience.”
El legado sartorial del Duque de Windsor
Las claves del estilo del Duque de Windsor tenían su origen en costumbres de los campesinos británicos.
1. EL TRAJE PRÍNCIPE DE GALES.
Como en tantas otras cosas a la hora de vestir, Eduardo VIII imitó a su abuelo, Eduardo VII, cuando retomó e hizo popular el traje “Príncipe de Gales”, que provenía del Glen Urquhart plaid, el dibujo a cuadros que usaba el clan escocés de los Urquhart. Su abuelo lo utilizaba cuando iba a cazar a Escocia, donde se usaba a veces como tejido para la ropa de los guardas de las fincas. Eduardo VIII lo “rescató” y lo hizo popular.
2. JERSEYS SHETLAND.
Otro guiño del Duque a Escocia - no se sabe si a propósito o no - fueron los jerseys de lana gruesa de las Islas Shetland, más concretamente de la pequeña isla de Fair, cruce de caminos del comercio entre el Reino Unido y los países nórdicos, con una técnica que mezcla de lana de varios colores. Cuando aún era Príncipe de Gales, se mostró en público varias veces con este tipo de jersey en su versión sin mangas, popularizando la prenda.
3. LOS ZAPATOS «BROGUE».
Retomando una práctica de los campesinos irlandeses, Eduardo VIII popularizó los zapatos con agujeros en sus remates (brogue). Los campesinos agujereaban sus zapatos para facilitar su secado con una mayor ventilación, tras efectuar las labores del campo en terrenos húmedos. Los aristócratas retomaron la idea del «pueblo» y la convirtieron en un arte, valorando el detalle del repujado en el zapato. Eduardo VIII los catapultó para la historia de la moda cuando apareció con un par de «Brogues» en un partido de golf.
4. LA VUELTA Y LA RAYA DEL PANTALÓN.
Cuenta la leyenda que siendo aún Príncipe de Gales se manchó los pantalones en un viaje y se acercó a una tienda donde eligió ponerse unos pantalones que estaban aún en su embalaje con la raya vertical marcada. Se dice que la vuelta del pantalón nació de modo similar, un día en el que Eduardo VIII se mojó el bajo de los pantalones y decidió seguir andando con ellos remangados.
5. EL ESMOQUIN AZUL CRUZADO DE SOLAPA REDONDEADA.
La afición a la ropa es antigua en los hombres de la Casa Real Británica. Ya Jorge IV era una «víctima de la moda y los afeites». Eduardo VIII imitó a su abuelo, Eduardo VII, al recuperar el uso del esmoquin. Era una versión más cómoda que la etiqueta nocturna previa y nuestro personaje la popularizó a ambos lados del Atlántico dándole un giro distinto: lo usaba en azul oscuro y con botonadura cruzada, siempre con las solapas redondeadas.
6. EL CUELLO Y EL NUDO WINDSOR.
Eduardo VIII, al igual que su antepasado Jorge IV, se ocupaba de los detalles más nimios de su vestimenta. No sin razón, escribió la «esposa a la fuerza» de Jorge IV, Carolina de Brunswick, allá por el 1800: «Yo debería haber sido el hombre y él la mujer, con puntillas y cancanes. Hubiera sido un excelente sastre, zapatero o peluquero». El Duque de Windsor diseñó su «cuello de camisa» que no siempre usaba, llamado Windsor o full cutaway en Inglaterra, scappino en Italia y cuello «italiano» en España. Es un cuello muy abierto hacia cada lado, para el que también creó el nudo de corbata Windsor.
7. LAS CHAQUETAS CRUZADAS.
Las chaquetas cruzadas fueron una de las señas de identidad del Duque de Windsor. Habituado a darle un giro distinto a las piezas del guardarropa masculino habitual de la época, puso de moda los trajes cruzados de raya diplomática. Además, creó la moda de usar el blazer cruzado, combinado con un pantalón de sport de distinto material y color, dando lugar una mezcla muy habitual en el guardarropa actual.
8. ZAPATOS DE ANTE O CUERO MARRÓN CON TRAJES DE VESTIR.
La prensa de todo el mundo seguía al Duque de Windsor lo que facilitaba la propagación de sus estilismos e influía a compradores de grandes almacenes y sastres de todo el planeta. Una de las curiosas combinaciones que ideó fue usar zapatos de cuero o ante marrón con trajes de vestir oscuros o con blazer azul y pantalón gris.
9. CORBATAS Y PAÑUELOS CREATIVOS.
Las corbatas eran para Eduardo VIII todo un juego. Creó la moda de usar motivos creativos: utilizaba tartanes británicos y cachemiras de la India, lunares y rayas de distinto color y grosor. Usaba pajaritas más grandes de lo normal, especialmente porque sus camisas solían tener el cuello Windsor, muy abierto. Combinaba con maestría los pañuelos de bolsillo con las corbatas y los trajes.
10. DETALLES DE ESTILO «CASUAL».
Su tendencia natural de vestir era práctica y cómoda, aunque controlaba obsesivamente cada detalle de su presencia. Los aristócratas se sorprendían al verle quitarse la chaqueta y remangarse cuando tenía calor. Era un aficionado a las chaquetas desestructuradas, algo impensable en la época. Acudía con chaquetas de sport a eventos formales o con sombrero panamá a lugares donde los demás señores llevaban los clásicos de fieltro.
Cinco lecciones del Duque de Windsor