En el libro "La práctica del relato" se cuenta que el escritor Gustave Flauvert pasó toda su vida fascinado con los tópicos. Flauvert sentía una atracción inexplicable por todos los aspectos maquinales y estúpidos que forman parte de lo cotidiano: ese tipo de acciones, frases, gestos, que utilizamos sin pensar (de un modo impersonal y rutinario; esas cosas que decimos porque "se dicen".
Tanto fue su interés que . que se tomo la molestia de elaborar un singular "Diccionario de tópicos". Muchos de ellos son inseparables de la sociedad y de la época en que Flauvert escribió su obra (la Francia provinciana del siglo pasado). He aquí unos pocos:


Animales. ¡Ah, si los animales pudieran hablar! Hay muchos animales más inteligentes que las personas.
Modistillas. "¡Ya no hay modistillas!". Esto hay que decirlo en el tono nostálgico del cazador que se queja de que ya no hay caza.
Sonámbulo. Se pasea de noche por los tejados.
Diligencias. Añorar el tiempo de las diligencias.
Difunto. "Mi difunto padre" (y se levanta uno el sombrero)
Vinos. Tema de conversación entre hombres. El mejor es el de Burdeos, puesto que los médicos lo recetan. Cuanto más malo más natural.
Viajero. Siempre "intrépido".
Almohada. No usarla nunca se hace uno jorobado.
Bretones. Todos buenas personas, pero tozudos.
Baile. Ya no se baila, se anda.
Callo. Anuncia el cambio de tiempo mejor que un barómetro. Muy peligroso cortarlo mal; citar ejemplos de accidentes terribles.
Comercio. Discutir sobre qué es más noble, el comercio o la industria.
Sombrero. Protestar contra la forma de los sombreros.
Liebre. Duermen con los ojos abiertos.
Luis XVI. Decir siempre: "Ese infortunado monarca..."
Aceite de oliva. Nunca es bueno. hay que tener un amigo en Marsella para que te mande un barrilito.


Asombra comprobar que muchos perviven en nuestros días. El de las modistillas es el "ya no quedan sastres" actual El de las diligencias es el famoso "antes todo esto era campo".