Terminada
The Alienist. No me ha entusiasmado, la verdad.
Aunque finalmente me ha terminado enganchando, más que nada por el suspense de su resolución, no me ha gustado demasiado. Ya en el arranque empecé a removerme incómodo en el sofá ante la sensación de estar ante un pastiche mezcla de
Sherlock Holmes y
Jack el Destripador. Aderezado con el auge de los derechos de la mujer; y el de la ciencia criminalística; y el de la psiquiatría forense; y el de la propia ciudad de Nueva York. Más el ocaso del salvaje oeste (cabelleras arrancadas incluidas) y,
¿en serio?, el mismísimo Theodore Roosevelt (futuro Presidente de los Estados Unidos) como Comisario Jefe del cuerpo de policía, tan santurrón como poco profesional.
Incluso aunque todos esos factores estén respaldados por la realidad histórica y su coincidencia en el tiempo sea igualmente innegable, da la sensación de que su inclusión en la historia es demasiado forzada. A ello no ayudan unos personajes planos, arquetípicos, una trama inconsistente y un buenismo un tanto estomagante.
Sí me ha gustado la recreación de los ambientes y la novedosa introducción de la prostitución infantil masculina como vehículo del relato (atrevimiento que ya se encargan luego de suavizar, edulcorar... arruinar).