Suficientemente moderno para no renunciar a sus zapas y chándal, suficientemente elegante para no renunciar a la americana y la corbata.

Sobre gustos no hay nada escrito pero la obsesión con ir fuera de lo marcado es ya ridícula. Cuando dentro de siglos estudien nuestro arte y moda se echarán buenas risas si es que no se ha corrompido definitivamente todo.

Como suele decirse, el que mucho abarca poco aprieta.