En efecto. Estas cosas que los amantes de las pelis de hazañas bélicas a veces olvidan. He aquí uno de esos textos "sensoriales", donde se describen miedos, olores y sufrimientos y que vienen bien para recordar que a pesar de Hollywood y la literatura, el de la guerra es un mundo de mierda:
"Los alemanes consideraban a sus lobos de mar como héroes que llevaban vidas glamurosas, pero la realidad de la vida en un submarino alemán era algo completamente distinto.
Los motores diesel elevaban la temperatura hasta casi los 50 grados. El aire se volvía sofocantemente rancio durante los largos periodos bajo el agua. El agua potable era escasa, no había duchas y nadie se bañaba durante los hasta tres meses que duraba una patrulla. El olor de los sudorosos cuerpos se añadía al olor de sentinas, letrinas, cocina ropas mohosas, gasoil y a la colonia al limón que utilizaban los hombres para eliminar la sal de sus rostros.
En los submarinos se vivía en un mundo angosto y fétido, y la vida era una mezcla de aburrimiento, incomodidad y terror. Las tripulaciones ocupaban aposentos atestados de maquinaria, instrumentos o torpedos, y dormían en planchas encima de éstos hasta que eran utilizados contra blancos, dejando sitio para literas y hamacas.
No había intimidad ni tranquilidad. De fondo había siempre luces encendidas, el chillido de las comunicaciones por radio, el siseo de las mojadas botas de goma, el zumbar de una bomba de sentina, el sorber de las válvulas de entrada de aire y el pulsar de los motores diesel."