Por cierto que no estoy del todo de acuerdo en que la decisión deba ser únicamente en función del precio de adquisición vs. coste de reparación (o valor emocional). Habría que incluir la variable de la comodidad. Quiero decir. Si el zapato se ve bien (puede aguantar varios años más; incluso te gusta cómo ha envejecido) y ya lo tienes domado, con un cambio de suela podría quedar de re-estreno (y siempre estarías ahorrando algo de dinero).
Los necios siguen la moda. Los pretenciosos la exageran. Quienes tienen buen gusto pactan con ella.