Cita Iniciado por Mercurio Ver mensaje
La Moda Clásica Masculina tal y como la entendemos, es realmente un uniforme, como lo señala un artículo del Museo del Traje publicado en marzo de 2005. Las mujeres no renunciaron a la belleza y a la diferenciación, de ahí que no exista esta noción.

EL UNIFORME CIVIL.

Los uniformes refuerzan el sentimiento de integración grupal porque al eludir las diferencias socioeconómicas visibles, no despierta envidias ni recelos entre sus usuarios. Son igualmente útiles para colegios con niños de diversa procedencia económica, como para soldados y hombres de negocios. El uniforme nace a finales del siglo XVII, se extiende a lo largo del siglo XVIII (el primer gran siglo de la diplomacia, del ejército moderno y del comercio internacional) y se consolida en el XIX con el predominio político y económico de la burguesía. Por fin, en el siglo XX, atenta a la emancipación femenina, Chanel lo metió en los armarios de sus clientas: el traje chaqueta femenino. En suma, el uniforme nació para satisfacer una nueva función social: facilitar las relaciones inteclasistas. El uniforme es la manera que tiene el traje de expresar la igualdad democrática.


LA RENUNCIA A LA BELLEZA.

Desde finales del siglo XVIII los hombres han renunciado a todas las formas de ornamentación más brillante, haciendo de la sastrería un arte austero y casi ascético. El hombre abandonó la pretensión de ser considerado hermoso. Esta represión contra natura del carácter seductor de que hacen gala los machos de cada especie animal y que vienen sufriendo los varones contemporáneos, ocupa el grueso de los libros de sicología del vestir. Se conoce como la gran renuncia masculina a la decoración.

Ideal democrático de fraternidad. Contra el vestido jerarquizante del Antiguo Régimen, preservado por la aristocracia con leyes suntuarias, se impuso, de acuerdo a los nuevos ideales de democracia surgidos a partir de la Revolución Francesa, un traje que no desentonara con la doctrina de la fraternidad humana, incompatible con los ajuares que destacan el rango sobre otras cualidades. El problema se resolvió mediante una mayor uniformidad en el vestido masculino.


Nueva valoración del trabajo: El trabajo gana enteros porque la burguesía dice que la dignifica. El traje sastre masculino significa: “yo trabajo, no soy un aristócrata ocioso”.
Inhibiciones psíquicas contra la decoración. A partir de entonces y para paliar el sacrificio de la elegancia, el hombre destacó en su traje más que su belleza su rectitud, su propiedad, su limpieza, etcétera, convirtiéndose en cuestión de ropa más severo y rígido que la mujer y, lamentablemente, prejuicioso y represor. En nuestros días los varones estamos recuperando el placer de vestir bellamente, aunque esta apertura al decorativismo no se está produciendo en el traje formal, significativamente, sino en la ropa sport, la ropa de ocio y fin de semana.

https://www.culturaydeporte.gob.es/m...2005-pieza.pdf
Interesante planteamiento, Mercurio.