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  1. #691
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    Cita Iniciado por Jopo de Pojo Ver mensaje
    Que no ... Que la cultura clásica es algo más que la Atenas del siglo V y la Roma republicana y del Alto Imperio...
    Lo que tú digas pero, donde están la mayoría de obras literarias?

    Cita Iniciado por Jopo de Pojo Ver mensaje
    Ward-Perkins (su libro apenas llega a las 200 páginas) analiza el declive y colapso final de Roma para contestar a las tesis de los partidarios de la Antigüedad Tardía, un período que se extendería hasta el siglo VIII y más allá, y que postula la transformación profunda del mundo clásico. Así como para Ward-Perkins y una parte de la historiografía, hubo una crisis que condujo a un hiato en el devenir histórico del mundo clásico, otros historiadores creen que tal crisis fue de entidad muy menor y que la Edad Media no es más que una consecución lógica de la propia Antigüedad.
    Seguramente estén en lo cierto pero esto no justifica el devenir de la cultura no cristiana.


    Cita Iniciado por Jopo de Pojo Ver mensaje
    Que prefiramos creer la visión maniquea de Nixey, con unos romanos racionalistas, por una parte, y unos cristianos fanatizados, por otra, es una cuestión de voluntad, no de veracidad. Mary Beard, una historiadora británica de acendrada solvencia, describe a la sociedad clásica como algo muy lejano a nuestra mentalidad y de una brutalidad cotidiana que hoy consideraríamos intolerable. Arrasar un templo pagano o una biblioteca no es una muestra del salvajismo de los cristianos: era lo habitual cuando tomabas el poder, fueses cristiano o pagano.
    No es lo que pienso, pero así da gusto.

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  2. #692
    Jopo de Pojo
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    Lo que tú digas pero, donde están la mayoría de obras literarias?
    ¿La mayoría? En ediciones contrastadas, como las de Loeb Classical Library, publicadas por Harvard, o las de Schönings, en alemán, o las de Pankoucke, en francés... Y con su pléyade de traducciones a las más diversas lenguas vernáculas. Si se echa un vistazo a la obra monumental de Henri Bardon, La littérature latine inconnue (1952), se comprueba que la mayor parte de las obras perdidas desaparece en plena época romana, sobre todo en los años anteriores al cesarato de Adriano. El uso que se daba a los textos es muy distinto al nuestro y la industria del libro, también. El papiro, aun en la época de mayor poderío imperial, era un material caro y no era raro que se reutilizase en forma de palimpsesto. Tampoco era raro refundir o extractar obras. Si hoy, por ejemplo, se conservan solo 32 tragedias griegas (siete de Esquilo, siete de Sófocles y dieciocho de Eurípides) se debe a que, pocos siglos después, se consideraron las más representativas del género y se prescindió del resto.
    La mayor parte de la literatura erótica y pornográfica latina se conservó en los monasterios. Y no porque los monjes fuesen unos sátiros reprimidos, sino porque se consideró que el estilo de Juvenal, Persio, Petronio o Marcial era un buen modelo de lengua latina. Se habla mucho de la destrucción de los tratados de Epicuro, como si fuese producto de una confabulación cristiana; en realidad, perdieron interés porque Lucrecio los compendió en su De rerum natura. Tenga en cuenta que, en aquel tiempo, era muy caro y azaroso pretender reunir las obras completas de un autor y se optaba por las summae, los resúmenes o las antologías. La escrupulosidad con la que tratamos las fuentes era común, aunque se consideraba de manera muy distinta.
    En cuanto al consabido tópico de la destrucción de la biblioteca de Alejandría, se tiene noticia de cuatro: la primera, ordenada por Julio César; la segunda, por Aureliano; la tercera, por el patriarca Teófilo de Alejandría y la cuarta, tras la conquista musulmana (en esta última, por cierto, se ejecuta a todos los miembros de la escuela neoplatónica).
    Mención aparte merecen los textos heréticos. Ahí la Iglesia sí que actuó con contundencia. Sin embargo, pese a que las obras se han perdido, gracias a la práctica de la oratoria, basada en la cita y su contraargumentación, han podido reconstruirse las ideas principales de las diversas corrientes.


    Cita Iniciado por Rugged Ver mensaje
    Seguramente estén en lo cierto pero esto no justifica el devenir de la cultura no cristiana.
    La cultura no cristiana pervivió durante mucho tiempo, aunque muy maltrecha, a causa de la crisis de los siglos IV-VI (las denominadas invasiones bárbaras; el libro de Ward-Perkins es muy ilustrativo al respecto). No conviene olvidar que San Agustín fue maniqueo antes que cristiano y que las conversiones no se dieron de manera forzada durante aquel período. Era muy corriente que en las familias hubiese miembros adscritos a diversas creencias. Ahí están los padres de San Agustín: Patricio era pagano y su madre, Santa Mónica de Hipona, cristiana.
    Muchos de aquellos cultos y corrientes mistéricas desaparecieron bien por agotamiento bien por el empuje musulmán. La represión y la persecución de las herejías medievales son harina de otro costal. El libro de Norman Cohn sigue siendo una buena referencia. (Vale la pena leer esta reseña).
    Última edición por Jopo de Pojo; 06/08/2018 a las 07:05

  3. #693
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    Cita Iniciado por Thot Ver mensaje
    El acercamiento a la naturaleza se ha producido de muchas maneras. Una de ellas, y que yo encuentro particularmente interesante, es la Thoreau. Recopiló sus reflexiones en varios libros siendo Walden el más conocido. Recomendable. Y si alguien quiere conocer algo más sobre Thoreau desde un punto de vista distinto, le recomiendo que escuche: http://www.rtve.es/alacarta/audios/m...12-17/4397300/

    Un saludo a todos...
    Recogiendo tu recomendación Thot, vi que -entre las pilas de libros sin leer- tenía uno de Thoreau. Este, que son dos escritos en realidad: Pasear y Un paseo de invierno.


    Existen varias ediciones recientes que, si alguien tiene interés, recomiendo mejor que esta de Olañeta, porque buscando la imagen me he enterado con disgusto que no es una edición íntegra sino que algunos pasajes se han suprimido, sin dar razón alguna. Probablemente por seguir una edición de Harper Collins que es de dónde se ha traducido. Mal punto para Olañeta que suele tener libros cuidados.

    Creo que es una muy buena introducción a Thoreau. "Pasear" viene a ser como un evangelio del paseante, un libro de la orden de caballería de los caballeros andantes, en él Thoreau vierte toda su pensamiento respecto de la integración del hombre en la Naturaleza como algo opuesto a la civilización y del paseo, no como mero ejercicio físico, sino como una forma elevada de integración y contemplación de esta. Nada mejor creo que el inicio del libro para comprenderlo. Un arranque soberbio:

    PASEAR

    Quiero decir unas palabras en favor de la Naturaleza, de la libertad total y el estado salvaje, en contraposición a una libertad y una cultura simplemente civiles; considerar al hombre como habitante o parte constitutiva de la Naturaleza, más que como miembro de la sociedad. Desearía hacer una declaración radical, si se me permite el énfasis, porque ya hay suficientes campeones de la civilización; el clérigo, el consejo escolar y cada uno de vosotros os encargaréis de defenderla.

    En el curso de mi vida me he encontrado sólo con una o dos personas que comprendiesen el arte de Caminar, esto es, de andar a pie; que tuvieran el don, por expresarlo así, de sauntering [deambular]: término de hermosa etimología, que proviene de “persona ociosa que vagaba en la Edad Media por el campo y pedía limosna so pretexto de encaminarse à la Sainte Terre”, a Tierra Santa; de tanto oírselo, los niños gritaban: “Va a Sainte Terre”: de ahí, saunterer, peregrino. Quienes en su caminar nunca se dirigen a Tierra Santa, como aparentan, serán, en efecto, meros holgazanes, simples vagos; pero los que se encaminan allá son saunterers en el buen sentido del término, el que yo le doy. Hay, sin embargo, quienes suponen que la palabra procede de sans terre, sin tierra u hogar, lo que, en una interpretación positiva, querría decir que no tiene un hogar concreto, pero se siente en casa en todas partes por igual. Porque éste es el secreto de un deambular logrado. Quien nunca se mueve de casa puede ser el mayor de los perezosos; pero el saunterer, en el recto sentido, no lo es más que el río serpenteante que busca con diligencia y sin descanso el camino más directo al mar. Sin embargo, yo prefiero la primera etimología, que en realidad es la más probable. Porque cada caminata es una especie de cruzada, que algún Pedro el Ermitaño predica en nuestro interior para que nos pongamos en marcha y reconquistemos de las manos de los infieles esta Tierra Santa.

    La verdad es que hoy en día no somos, incluidos los caminantes, sino cruzados de corazón débil que acometen sin perseverancia empresas inacabables. Nuestras expediciones consisten sólo en dar una vuelta, y al atardecer volvemos otra vez al lugar familiar del que salimos, donde tenemos el corazón. La mitad del camino no es otra cosa que desandar lo andado. Tal vez tuviéramos que prolongar el más breve de los paseos, con imperecedero espíritu de aventura, para no volver nunca, dispuestos a que sólo regresasen a nuestros afligidos reinos, como reliquias, nuestros corazones embalsamados. Si te sientes dispuesto a abandonar padre y madre, hermano y hermana, esposa, hijo y amigos, y a no volver a verlos nunca; si has pagado tus deudas, hecho testamento, puesto en orden todos tus asuntos y eres un hombre libre; si es así, estás listo para una caminata.


    "Un paseo de invierno" viene a ser la concreción de su pensamiento en un simple paseo. Tras una noche nevada, Thoreau emprende un paseo y se recrea en el crujir de la nieve, las volutas de humo de las chimeneas, la cabaña abandonada de un leñador... Para leer en plena ola de calor, estupendo. Después "Encender una hoguera" de London y se pasan todos los calores. Muy recomendable. Creo que leeré más cosas de Thoreau. Me daba pereza porque pensaba que antes de Thoreau, habría que leer algo de Emerson, pero pienso que no es necesario. Ambos, dato que interesará a bilbao, utilizaron el Diario como género profusamente, Thoreau por recomendación de Emerson.
    Última edición por VerdeGabán; 06/08/2018 a las 11:03
    ... y todo lo dicho anteriormente, siempre salvo mejor opinión contraria.

  4. #694
    Habitual Avatar de Pablo
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    Lo que tú digas pero, donde están la mayoría de obras literarias?
    Ya lo ha dicho Jopo en cierta manera, pero conservadas gracias a la Edad Media, ahí es donde están.

    Un placer haberte leído Jopo, como estudiante de Historia se agradece el rigor historiográfico. A veces llega a ser muy frustrante hablar de Historia, esa disciplina de la que, junto a la política, todo el mundo sabe en este país. Es difícil hacer entender que es un saber científico y que existen una serie de metodologías que dan peso a las afirmaciones que se hacen.

    PD: llevo un montón de tiempo diciéndome que tengo que releer mis apuntes de Historia Medieval, y esta conversación que habéis tenido me ha hecho decidirme a retomarlo.


    Un saludo.
    Última edición por Pablo; 06/08/2018 a las 11:59

  5. #695
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    Treinta años después de morir Thoreau, otro escritor se instaló más al norte de Concord y el lago Walden, en Vermont, con su esposa norteamericana. También construyó una cabaña en el bosque y, mientras la familia crecía, prosiguió escribiendo. En la cabaña instaló su biblioteca y sobre la chimenea escribió una frase que era toda una declaración de intenciones: "La noche llega cuando ningún hombre puede trabajar". El escritor era Kipling y, en aquella cabaña, escribió los relatos que se agruparon en "El trabajo de cada día"








    Hemos visto literatura referida a la Frontera, como espacio de confrontación entre civilización y naturaleza, y literatura referida a la integración del hombre en la naturaleza, así que propongo este giro: Kipling, a quien no se puede tachar como insensible ante la naturaleza, asume la perspectiva del colonizador para quien ésta es "el vacío", un espacio caótico y salvaje que hay que civilizar mediante el trabajo esforzado e intenso de hombres y máquinas. Literatura sobre la obra civilizadora del hombre, me ha parecido un buen contrapunto para Thoreau.
    ... y todo lo dicho anteriormente, siempre salvo mejor opinión contraria.

  6. #696
    Jopo de Pojo
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    Muchas gracias, don Pablo. Me llama mucho la atención por qué la historia y la lingüística gozan de tanto prestigio en el mundo anglosajón ---y también, aunque en menor medida, alemán y francés--- y en cambio están tan denostadas en España. Los anglosajones las consideran dos disciplinas vitales para mantener su hegemonía y, con ella, su visión del mundo.

  7. #697
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    Cita Iniciado por bilbao Ver mensaje
    Y volviendo al tema que había hecho surgir este entretenido debate sobre la literatura de la naturaleza, no puedo dejar de citar "Las cosas del campo", una obra escrita en esos años grises y tristes de España, la década de los 50, por Jose Antonio Muñoz Rojas. Sobre cómo se forjó esta obra, cuentan que un hermano suyo le regaló un diario en blanco para que anotara allí las cosas que le pasaran. Creo que fue un regalo de boda. Y él, amante de caminatas por el campo, se dedicó a escribir sobre lo que le llamaba la atención de esos paseos solitarios. Las nubes, los árboles, las plantas, los pájaros, el ganado, las estaciones... Hay quien compara esta obra con "Platero y yo" con la salvedad de que la de Juan Ramón Jiménez cuenta con reconocimiento popular y esta otra, la pobre, languidece entre las piezas olvidadas de la literatura. Aunque eso, no lo oculto, también tiene cierto encanto. Es una obra introspectiva, que habla sobre el paso del tiempo, sobre la naturaleza, sobre esas cosas inmutables, que siempre están ahí, cíclicas, eternas... Hasta donde yo conozco, en España hay un par de ediciones de esta obra. Complicadas de conseguir. De esas que tienes que esperar a que te la encuentre el librero de confianza. Una antigua de Editorial Renacimiento, y otra, algo más moderna de Pretextos. Cuentan con unas ilustraciones maravillosas de una joven de la zona. Literatura complicada por su extrema sencillez y desnudez y por su ausencia total de argumento más allá del paso del tiempo, pero ciertamente hermosa.

    Este comentario tuyo (que desconocía y me anoto) me ha recordado mucho a Azorín sin venir mucho a cuento. Creo que es porque fue el primero en España que se propuso explorar la influencia de la naturaleza en el arte y especialmente en la literatura. Escribió un libro que para mí es imprescindible "El paisaje de España visto por los españoles" donde volcó todas sus impresiones sobre el carácter conformador de las gentes por el paisaje ("el paisaje somos nosotros; el paisaje es nuestro espíritu, sus melancolías, sus placideces, sus anhelos, sus tártagos").


    Y sobre el paso del tiempo, la inmutabilidad, las cosas cíclicas y eternas, de raíz nitscheana, habló en su discurso de ingreso de la RAE. Es costumbre comenzar el discurso homenajeando la persona y la obra del académico a quien se sucede. Azorín así lo hace, describe a su antecesor conversando con una elegante dama en un salón concurrido, pero de repente algo ocurre.


    El rumor de las charlas llena el salón. Entra el aire del mar por los anchos ventanales. El tiempo transcurre plácidamente. Y en este minuto de vida, frente al mar, ante la inmensidad azul, bajo el azul del cielo, el espíritu se abstrae. Desechamos la realidad circundante. Se abstrae el espíritu entre esta cohorte mundana, en el vórtice mismo de la grata frivolidad. El mundo presente desaparece. Desasida momentáneamente de las cosas reales, la imaginación se echa a volar. ¿Dónde estamos? ¿Qué es lo que nos sugieren el mar y el cielo inmensos? ¿Estamos en la España del siglo xx o en la pretérita? ¿Qué es el tiempo y qué es la eternidad? ¡Eternidad, eternidad! Una música ha comenzado a tocar en el salón una sonata de Beethoven. Los hombres son como sombras de sombras. Surgen en el mundo un instante y se desvanecen. En la eternidad, desde un punto fuera del tiempo —si se sufre decir—, nosotros, hombres del siglo xx y los hombres del siglo xvi, por ejemplo, somos una misma cosa. Desde lo futuro, nuestros antecesores de cuatro siglos atrás se verán a par nuestro. Los conflictos íntimos de unos y de otros son los mismos. En este momento del atardecer, frente al mar, abstraídos del tráfago mundano, nos sentimos al lado de los hombres del siglo xvi. Las damas y caballeros del salón desaparecen. Otros vivientes —ya desvanecidos en la Historia— retornan. La consideración del tiempo y de la eternidad ha operado el milagro. ¿Qué surge, lo primero, ante los ojos del espíritu? El espectáculo va a comenzar. El telón del escenario —el escenario de la Historia— se ha levantado pausadamente. ¿Estamos en 1560, o en 1570, o en 1590? Es una hora de España lo que estamos viviendo. Es una hora de la vida de España lo que vivimos —con la imaginación— en este atardecer, frente a la inmensidad del mar.

    A continuación, Azorín traza un panorama íntimo y completo del Siglo de Oro español, de sus gentes, de sus espacios y de sus preocupaciones. Felipe II, Ávila, El Escorial, religiosos, labradores, cortesanos, santos, mensajeros de palacio, la decadencia, la fe.... todo aparece como presente y contemporáneo... Este discurso se convirtió en "Una hora de España", otro imprescindible de Azorin.
    Última edición por VerdeGabán; 06/08/2018 a las 12:36
    ... y todo lo dicho anteriormente, siempre salvo mejor opinión contraria.

  8. #698
    Habitual Avatar de Pablo
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    Cita Iniciado por Jopo de Pojo Ver mensaje
    Muchas gracias, don Pablo. Me llama mucho la atención por qué la historia y la lingüística gozan de tanto prestigio en el mundo anglosajón ---y también, aunque en menor medida, alemán y francés--- y en cambio están tan denostadas en España. Los anglosajones las consideran dos disciplinas vitales para mantener su hegemonía y, con ella, su visión del mundo.
    ¡La lingüística! Totalmente de acuerdo, aunque reconozco que en esa disciplina tengo una base muy limitada, pero la estudié en mi primer año de carrera y fui cosciente de su importancia.


    Un saludo.
    Última edición por Pablo; 06/08/2018 a las 12:56

  9. #699
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    Muchas gracias, don Pablo. Me llama mucho la atención por qué la historia y la lingüística gozan de tanto prestigio en el mundo anglosajón ---y también, aunque en menor medida, alemán y francés--- y en cambio están tan denostadas en España. Los anglosajones las consideran dos disciplinas vitales para mantener su hegemonía y, con ella, su visión del mundo.
    Y en esa hegemonía anglosajona intuyo que quizá esté la raíz de esos prejuicios que señalaba Patrick Jane... abonada con el auto-odio que parece que nos profesamos los españoles.
    ... y todo lo dicho anteriormente, siempre salvo mejor opinión contraria.

  10. #700
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    Fantásticas aportaciones Verde Gabán!
    Cosas de la vida, tenía anotado comprar Pasear, de David Thoreau. Este sábado salió una reseña de esa obra en Babelia y las ganas que tenía de leer esa novelita crecieron aún más. Con tu comentario, todavía más, si cabe ;-)

    He leído alguna cosa de Azorín, pero tampoco demasiado porque lo que tengo, es heredado, de mis padres, en edición Austral y se me hace pesado leer ahí con esa letra minúscula. Tengo grato recuerdo de un libro de Azorín en concreto que eran como pequeñas anotaciones de cosas. Escribía sobre una ventana, sobre una habitación, sobre un taller abandonado... cosas así. Me pareció brillante. De esa generación con quien más disfruto, probablemente por su imperfección, naturalidad y espontaneidad, es con Baroja. Ese cascarrabias me hace mucha gracia y me parece un sabio. Tanto sus trilogías, como sus Memorias, son geniales y en mi opinión es el autor cuya obra mejor ha envejecido. Además adoro sus ediciones de Caro Raggio con esas portadas e ilustraciones. Otro autor que también me hace disfrutar mucho es Pérez Galdós. Aún recuerdo la huella que me dejó "Misericordia".
    Gracias por comentar!

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